Eras mi esperanza en el día a día, el candado que retenía a mis demonios, el soporte de mis pensamientos más pésimos, los halagos que nadie más se atrevía a decirme, la melodía en todos mis días, el saber que alguien me necesitaba, la única cosa que me hacia ver cosas buenas en el futuro, y evitaba que pudiera mirar el pasado, mi ciega confianza y mi convicción, ese algo que me daba lo que a la gente le gusta ver en mí.
Al tener tanto y perder eso y más de golpe no se puede esperar nada más, simplemente seguir y esperar sabiendo que no volverás.
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